Tras haber corregido más de cien manuscritos a lo largo de los años, todavía, a día de hoy, me sorprendo de encontrarme, ya sea por falta de conocimiento o por falta de cuidado, con estos fallos que restan profesionalidad repetidos aquí y allá. Escribir no se trata solo de contar una buena historia, sino también de definirla en un formato presentable (el más adecuado conforme a sus necesidades) y, todo sea dicho, y de manera que no complique innecesariamente el trabajo del corrector.
Hay ciertos errores que dan una imagen descuidada del texto y pueden hacerte parecer un principiante. Muchos tienen que ver con aspectos técnicos que se pasan por alto, como el uso incorrecto de los elementos tipográficos o la falta de unificación. Entender el porqué de estos fallos de escritura a evitar te ayudará como escritor, a hacerle la vida más fácil a un corrector, lo que agilizará el proceso y mejorará el resultado final de la obra.
En este artículo, comparto los errores más frecuentes de un escritor que restan profesionalidad a tu manuscrito (que no debes cometer si quieres aumentar las posibilidades de que agentes te lean con mejores ojos) y te explico cómo corregirlos para entregar un texto limpio, coherente y bien estructurado a corrector o editorial.
No usar nunca el tabulador para aplicar sangría
Uno de los errores más comunes (y más molestos para un corrector) de estos fallos que restan profesionalidad es el uso del tabulador para marcar sangrías. Es un clic; rápido y cómodo… para ti. Pero es un mundo de trabajo para un corrector, pues este debe eliminar cada sangría tabulada manualmente, una a una. El tabulador no solo es innecesario, sino que interfiere con el formato automático del texto, especialmente al maquetar.
Solución: Configura la sangría desde la opción «Formato de párrafo» en Word u otro programa. Aquí, además, puedes elegir el tamaño de esta e incluso si quieres espaciado antes y después del inicio de párrafo. Al empezar un párrafo nuevo, se aplicará la sangría automáticamente.
No introducir los diálogos con la opción de viñeta o de lista
Algunos autores, no sé muy bien el motivo, optan por usar viñetas o listas que comienzan por guion para marcar los diálogos. Sin embargo, esto crea problemas de formato importantes y complica la corrección y la maquetación. Como con el tabulador, aquí el corrector también tiene que quitar la lista (con lo que desaparecen los guiones) y aplicar la raya a cada oración. Esto fomenta la pérdida de líneas de diálogo y la aparición de erratas o errores, pues se puede malinterpretar la información.
Solución: Introduce los diálogos como parte del texto normal, a continuación de la narración, haz uso de la raya de diálogo de apertura y de la puntuación correspondiente.
No emplear rayas de diálogo cortas o guiones
La raya de diálogo (—) no es lo mismo que el guion corto (-). Aunque, a día de hoy, vemos que editoriales utilizan rayas de diversas larguras, lo cierto es que la raya larga es la elegida por antonomasia. Emplear el guion corto (salvo cuando se requiera de su uso) es uno de los principales fallos que restan profesionalidad a un texto. También he visto dos rayas cortas (–) para sustituir una larga; huelga decir que esto también hay que evitarlo.
Solución: Usa la raya larga (—), que puedes insertar con Alt + 0151 (en Windows) o desde el menú de símbolos en Word. También puedes crear tu propio atajo de teclado con una combinación de teclas de tu gusto (en mi caso, yo tengo configurado que doble guion corto cree una raya larga). Asegúrate de que, elijas la raya que elijas, esta se mantenga homogénea a lo largo de todo el manuscrito.
Cuidarse de no usar dos o cuatro puntos suspensivos… o tres, en lugar del símbolo
Los puntos suspensivos no se escriben a mano con tres puntos seguidos (…). Para los que no lo sepan, existe un símbolo específico (…) que ocupa un solo espacio en el manuscrito y respeta el espaciado tipográfico correcto que se espera de este.
Huelga decir, que los dos puntos o cuatro… o más no son correctos, ni siquiera para enfatizar una pausa o para lo que sea para lo que mucha gente los emplea.
Solución: Inserta el símbolo de puntos suspensivos desde el menú de caracteres especiales o configura el autocorrector o atajo de teclado para que los sustituya automáticamente.
Unificación en grafías dobles varias (solo, este…)
Hace tiempo hice un artículo en el que explicaba qué es la unificación como parte del proceso de corrección y su importancia en un texto.
Aunque la RAE ha flexibilizado el uso de tildes en palabras como solo o este, es importante que tú, como autor, mantengas un criterio uniforme a lo largo del texto.
Depende de si publicas con editorial que cuente con su libro de estilo o si decides autopublicar tu propio libro, tendrás más o menos libertad a la hora de optar por tu grafía preferida. Pero, sea como sea, solo debes usar de las dos de dicha grafía. Cambiar de norma a mitad del manuscrito es un error de coherencia.
Solución: Decide si aplicarás las normas tradicionales o las más actuales, y mantén esa línea editorial de principio a fin en el libro.
Unificación en tipografía (pensamientos, citas, énfasis, repeticiones…)
Otro apartado importantísimo de la unificación de un texto es el que alude a la tipografía: negrita, cursiva, texto tachado o subrayado, comillas…; una asignatura pendiente para muchos escritores y que termina por derivar en estos fallos que restan profesionalidad a la obra.
En los manuscritos de ficción, por un lado, nos topamos con repeticiones, palabras enfáticas, pensamientos de personajes, extranjerismos, citas repetidas y demás situaciones que necesitan de una representación gráfica concreta. Es crucial definir qué uso vas a darle a cada elemento. Por ejemplo, se suele emplear la cursiva para extranjerismos, para enfatizar o para pensamientos; las comillas, para las citas y repeticiones. Si pensamos en obras de no ficción, por otro lado, a la hora de plasmar títulos, subtítulos o remarcar conceptos tenemos la negrita, la cursiva, el subrayado…
Todos estos usos tipográficos deben estar representados de forma consistente en el texto para que, al verlos, el lector pueda identificar su uso: no es apropiado usar cursiva para un pensamiento, luego colocar otro entre comillas otras y el siguiente sin ninguna marca.
Solución: Define desde el principio un criterio para cada elemento y aplícalo uniformemente, pues, de lo contrario, no solo confundiremos al lector, también careceremos de unificación.
Colocar comillas españolas, no inglesas
Las comillas inglesas (» «), como su nombre indica, se emplean en la lengua inglesa, pero en español tenemos las propias, las españolas (« »), que son las que debemos usar en nuestros textos para citar. Su uso transmite conocimiento de nuestras normas, profesionalidad y limpieza; además de que es el correcto en nuestra lengua.
Emplear comillas inglesas es una faena para el corrector, además de uno de los fallos que más restan profesionalidad a un manuscrito. A diferencia de otros elementos, estas no pueden sustituirse en masa, por lo que, si las usas, obligarás al corrector a perder tiempo cambiándolas todas manualmente.
El único uso permitido por la RAE para las comillas inglesas es cuando nos encontramos con una cita dentro de otra cita. En esta situación, abriríamos con comillas españolas la cita principal y luego usaríamos las inglesas para la cita dentro de la cita.
Solución: Puedes crear tus propios atajos de teclado para configurarlas en Word o simplemente emplear las comillas angulares (españolas) en lugar de las inglesas para mayor corrección.
Eliminar dobles espacios
Los dobles espacios entre palabras o después de los signos de puntuación son un error común que, en la mayoría de los casos, constituye una errata involuntaria derivada de cambios en el texto o errores de dedo. Este, aunque visualmente casi imperceptible, entorpece el texto y denota falta de revisión.
Solución: Es tan simple como usar la herramienta «Buscar y reemplazar» en Word dos espacios por uno para eliminar todos los espacios duplicados en el manuscrito.
No usar saltos de línea con Enter, aplicar saltos de página
Muchos autores insertan múltiples «Enter» para pasar de una página a otra cuando finalizan un capítulo y quieren que el siguiente inicie en una hoja nueva. Esto descoloca por completo la estructura del documento, y puede terminar siendo un fallo que resta profesionalidad, sobre todo al maquetar. Para ello, vale la pena siempre utilizar la jerarquía de títulos y subtítulos, a los que acompañan estos saltos de página predeterminados.
Solución: Existe una herramienta específica para esto. Son los saltos de página, que puedes insertar en el texto con el atajo de teclado Ctrl + Enter en la mayoría de procesadores de texto o desde el menú superior de Word en «Insertar» y «Salto de página» para asegurarte de que el texto inicia donde debe sin añadirle marcas extra e invisibles al texto.
No introducir saltos de línea ni espacios en blanco después de cada párrafo
He visto muchos manuscritos que, tras cada párrafo, ya sea narración o diálogo, introducen un párrafo en blanco o un salto de línea. Aunque no lo sepas, esto inunda la novela de caracteres invisibles que lo ensucian a posteriori. Los espacios entre párrafos pueden emplearse en obras de no ficción, si no se usa sangría de primera línea, para separar bloques de contenido, pero algo que es impensable en una novela de ficción.
Por ello, evita dejar una línea en blanco entre intervenciones o párrafos a menos que haya un cambio de escena; en cuyo caso, también, sería más adecuado incluir una marca que indique este cambio (un separador). Llenar el texto de párrafos vacíos complica las cosas a la hora de corregir y maquetar.
Solución: Ajusta el interlineado desde el menú si prefieres más interlineado o espacio entre párrafos para que este no se base en espacios en blanco insertados a dedo. No añadas líneas vacías innecesarias a menos que exista una justificación para ello.
Nada de puntos después de signos de interrogación o exclamación
Por suerte, esto lo he visto menos, pero también lo he visto. Es incorrecto cerrar una oración con un signo de interrogación o exclamación seguido de un punto (¿Hola?. o ¡Vamos!.). El signo ya cumple la función de cierre. A veces, al revisar una obra, se nos pueden colar; pero que no sea nunca porque no conocemos la norma: si lo pensamos, ¡es obvio que el punto del signo ya actúa como punto!
Solución: Asegúrate de que no se te cuelen estos puntos después de los signos de interrogación y exclamación. Puedes «Buscar y Sustituir» en masa estos errores y modificarlos con un clic.
Usar la puntuación de diálogo correcta (elementos, apertura y cierre)
Muchos autores cometen errores al puntuar los diálogos, lo que resulta molesto durante la lectura e imprime una imagen poco profesional a la hora de presentar tu manuscrito a un corrector.
No voy a explayarme, pues ya elaboré un artículo dedicado a la correcta puntuación de diálogos en una novela, por lo que te remito a este si quieres consultar sus usos adecuados. Pero ten cuidado con los guiones ya mencionados, el orden de elementos, los puntos o comas y las mayúsculas o minúsculas.
Solución: Aprende y aplica las reglas correctas de puntuación en los diálogos; su uso es bastante sencillo y coherente. Si tienes dudas, al inicio, puedes usar una chuleta.
En resumen: recuerda que la elaboración de un texto profesional comienza desde el minuto uno, cuando tú, como autor, empiezas a escribirlo, y termina en el momento en el que lo entregas a tu corrector para que lo trabaje. Hazle la vida más fácil a este, y tu obra brillará mucho más desde el inicio, pues el corrector podrá centrarse en aspectos más relevantes y no perder tiempo solventando estos asuntos aparentemente nimios a gran escala pero que causan una buena carga de trabajo.
Si te han resultado útiles estos consejos, puedes bucear por el resto de artículos de la web para encontrar otras sugerencias de redacción o presentación de tu manuscrito, que te ayudarán tanto con un corrector profesional como a la hora de mandar un manuscrito a una editorial. Si notas que cometes estos fallos que restan profesionalidad, y otros, y prefieres contratar ayuda profesional para la corrección de tu manuscrito, puedes echarles un vistazo a mis servicios editoriales personalizados.
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