La corrección de una novela es uno de los aspectos más singulares del proceso de creación de una obra. Muchas veces pasado por alto o no bien trabajado, la corrección (junto a la edición) de un manuscrito es el paso que le otorga calidad en el ámbito lingüístico. Si además quieres aprender a autocorregir un libro para autopublicar, la cosa cambia. En este artículo quiero traerte las claves principales para autocorregir un libro para autopublicar en las que puedes apoyarte a la hora de realizar la primera revisión ortotipográfica y de estilo de tu libro.

Aunque, como correctora y editora, siempre voy a recomendarle a cualquier autor que nunca piense que con corregirse a sí mismo ya está hecho este trabajo. Sí que es cierto que a más conocimiento tengas sobre este proceso con mayor conciencia vas a poder escribir y más a fondo vas a ser capaz de revisar, pero la ayuda profesional existe para que la utilicemos. Aun así, si quieres saber cómo enfrentarte a un manuscrito por corregir, te presento un análisis estructurado que puedes seguir para realizar una revisión bien a fondo.

Divisiones por apartados

Sí, seguimos hablando de letras. Sin embargo, a más corrijo más me doy cuenta de que la escritura y la corrección tienen más de matemáticas de lo que me gustaría. Lo primero y principal para trabajar en un texto es que comprendas las unidades de las que este se compone. Si quieres aprender a autocorregir tu libro y autopublicar, con más motivo necesitas tener claro los apartados de una novela.

En un libro tenemos los arcos narrativos, después los capítulos, luego las escenas. Dentro de cada escena podemos comprender un texto desde el punto de vista de los párrafos, las oraciones, las frases, las palabras. Es esencial que aprendas a dividir un texto por partes de contenido y que sepas qué comportamiento tiene cada uno.

Para corregir, lo ideal es trabajar palabra por palabra para el léxico y oración por oración para la sintaxis, por ejemplo. Para editar, sin embargo, buscaremos bloques de contenido más grandes, como los párrafos y las escenas para entender las acciones y los mensajes del texto. Como autor que quiere aprender a revisar sus propios manuscritos, vas a querer, por lo tanto, entender todos los conceptos que siguen y darle al texto el tratamiento apropiado conforme a lo que este te pida y en función que qué busques revisar y mejorar.

Tipología y género

A la hora de abordar la redacción de tu propio manuscrito, asumimos que sabes de sobra de qué trata el texto y la idea general de la historia. Por lo que pasamos a lo siguiente. Y es que, aunque puede sonar obvio, no es lo mismo corregir ficción que no ficción. En la no ficción vas a necesitar tener muy claros los conceptos técnicos que tratas y decidir cuándo y dónde los plasmas con el fin de lograr un objetivo u otro. También asegurar un mensaje óptimo de estas ideas y una redacción sencilla y que transmita el contenido de manera locuaz. Asimismo, entiende bien la tipología de tu texto y, después, su género. Tampoco es lo mismo escribir teatro que poesía.

En la ficción, el aspecto emocional va a llevar un poco la delantera. Aquí vas a querer que forma y contenido se compaginen para transmitir el núcleo sentimental de tu historia a través de una narrativa, un mundo y unos personajes. La voz, el tono y la ambientación serán clave para envolver e involucrar al lector. Nunca vas a apelar al lector de la misma forma si escribes romántica que si escribes ciencia ficción.

Existen unas reglas, unas competencias lingüísticas, un lenguaje. No es igual corregir un manuscrito de terror gótico que de novela histórica. Autocorregir un libro para autopublicar requiere de una gran investigación de campo. Estudia las características del género que escribes y comprende a su público. Si no, será imposible que adaptes tu texto como toca.

Mensaje y concepto

Hecho lo anterior, vas a empezar a adentrarte en el manuscrito, aunque todavía con el foco puesto en el texto en sí. Vas a centrarte en tener una comprensión clara del mensaje que tratas en la historia y que, como autor, deseas transmitir con la obra. Esto no solo te ayudará a identificar el concepto y mensajes clave (si aún no los sabías), sino también posibles problemas de coherencia y fluidez.

Considera el lenguaje y el estilo que aplicas a la novela y asegúrate de que son apropiados para el público objetivo y el género literario. ¿Queda claro qué quieres contar? ¿Conceptualmente hablando es la historia aquello que esperas en relación con la presentación de tu novela? Aunque este apartado roza lo narrativo, la narración de un texto se lleva a cabo mediante su presentación lingüístico y literaria. El mensaje es el corazón de un libro. No todos los libros lo necesitan, pero sí que penetran más hondo más cuando lo tienen.

Si tu intención es autocorregir un libro para autopublicar, necesitas un esfuerzo doble a la hora de trabajar en el trasfondo de tu novela, tanto para su promoción como para encontrar a tu público.

Propósito y tono

Si ya sabemos qué queremos contar, lo siguiente es centrarnos en cómo se cuenta. Ya he mencionado que hay tres pilares clave a la hora de transmitir: tono, voz y ambientación. ¿Se transmite el propósito del texto? ¿Ayuda la ambientación de la historia a que podamos vernos inmersos en ese mundo ficticio? ¿Se puede esquematizar la información que transmites con facilidad o te pierdes en la lectura?

Es esencial tener claro cuál es el propósito del texto y a quién está dirigido. Así, deberás evaluar si la redacción es adecuada. ¿Tratas de educar, entretener, inspirar o persuadir a la audiencia? ¿Cuál es la edad, género, geografía y gusto literario de tu público? Ajusta la coherencia de cada apartado de tu texto; recuerda: capítulos, escenas, párrafos, oraciones… todo cuenta. Que el propósito de la obra se mantenga constante a lo largo de todo el texto marcará la diferencia entre que un lector abandone o se mantenga en ascuas.

Voz y estilo narrativo

Hecho todo lo anterior, ahora asegúrate de que el texto tiene un estilo apropiado para su propósito y audiencia, y que refleja tu voz como autor de manera auténtica. ¿Quién narra la historia? ¿Usas la primera persona, tercera persona o narración omnisciente? ¿Hay voces distintivas? ¿El estilo es formal, informal, poético, descriptivo? Haz ajustes según sea necesario para mantener la coherencia y la consistencia en todo el texto en función de estos diversos factores. Es esencial que este apartado y el anterior estén en consonancia, pues todos estos aspectos se interconectan entre sí. Para llevar esto a cabo también va a ser primordial que les des vida a tus personajes. Puedes usar la técnica del querer/necesitar/mentira/fantasma.

Estructura y sintaxis

Una vez confirmado que el tono expresa bien el propósito, hay que pasar a uno de los principales apartados de la corrección: el análisis oracional o de sintaxis. Primero, idealmente, tendrás que verificar la secuencia lógica de ideas. Asegúrate de que cada sección conduce naturalmente a la siguiente y que detectas una progresión lógica en el desarrollo de la narrativa o argumento.

De tal forma, ajusta la longitud de los párrafos y secciones del texto para que las ideas se transmitan. Párrafos largos para generar opresión, confusión, angustia; para monólogos internos, diálogos emocionales. Oraciones cortas para momentos con ritmo acelerado, discusiones, situaciones de acción, explicaciones importantes. Debe existir una estructura congruente, con una introducción comprensible, un desarrollo de ideas y una conclusión apropiada en cada escena y en cada párrafo.

Después, trabaja en la sintaxis de las frases, prestando gran atención a la puntuación y la gramática. Esto irá mano en mano con tu propio estilo narrativo como autor y, asimismo, con las voces de los personajes. La variación en la sintaxis puede convertirse en uno de los elementos clave para crear personalidades y ayudarte a la hora de la caracterización de estos. Este es otro de los aspectos más importantes que debes autocorregir en tu libro si vas a autopublicar.

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Trabajo de corrección de texto

Coherencia y contexto

Todas las ideas deben estar presentadas de manera ordenada y razonable en los textos de no ficción, y pueden o no estarlo también en la ficción. ¿Qué tipo de narrador has creado? ¿Cuál es el estado y la salud mental (y física) de tus personajes? Un narrador no fiable puede significar que tú, como autor, debas jugar con la coherencia de un texto. Un personaje enfermo puede expresarse de forma confusa; un niño tendrá un lenguaje más simple; un rey hablará con un tono regio… Puedes tomarte ciertas libertades a la hora de redactar un texto dependiendo de los narradores y personajes.

Pero la coherencia va más allá del ámbito lingüístico; pues, como ya he dicho antes, lengua y narrativa son uno; y hay que saber cómo combinarlas. Aun así, siempre debe existir una conexión clara entre capítulos y hechos. Una cosa es engañar al lector; otra presentar mal un texto. La primera, en especial, va a requerir todavía más destreza para organizar escenas, párrafos y oraciones.

Si escribes no ficción, evita saltos bruscos o cambios abruptos de tema que puedan confundir al lector. Si escribes ficción la trama, construcción de mundo y voces de los personajes marcará la coherencia y el contexto de cada escena. El uso de la lengua queda supeditado a las necesidades narrativas. Pero esto no significa que la escritura literaria quede en segundo plano. En el punto medio está la virtud.

Repeticiones y redundancias

En relación con el apartado anterior, los narradores y voces de los personajes serán clave a la hora de escoger un vocabulario u otro. Es esencial que tengas esto en mente mientras escribes una novela de ficción; pero todavía más que lo veas a la hora de revisar tu texto. Para elaborar una obra de ficción, existen menos restricciones en este aspecto, pues, por lo general, se buscará un lenguaje lo más claro posible. Esto no significa simple o plano.

Uno de los puntos que más se descuida en muchas novelas, en especial cuando autores deciden autocorregir su libro y autopublicar, es la pobreza léxica. Revisa el texto en busca de palabras o frases repetidas de forma innecesaria; también de información redundante que pueda eliminarse sin afectar la claridad del mensaje. Aquí, independientemente del género, tipo de texto o propósito, la idea es evitar que el resultado sea un texto sucio. Lo principal es que el lector disfrute del contenido pero también de su forma. Que fluyan las palabras y que la prosa y la pluma sean lo más agradables posible para transmitir las ideas.

Claridad y precisión léxica

Este área se apoya en gran medida en la anterior. El ámbito del léxico es uno de los que más se trabaja en la corrección de estilo; uno que ayuda a que el texto sea lo más efectivo posible en función del público y propósito. En ocasiones, está bien buscar formas de simplificar la redacción y hacerla más precisa. Vale la pena hallar palabras concretas y evitar el uso excesivo de tecnicismos o jerga que pueda dificultar la comprensión del texto. En otras, queremos una prosa poética, una belleza en las palabras que traspase el objetivo de la lectura; un placer en el leer.

Sin embargo, nunca hay que olvidarnos de que no todos los sinónimos significan lo mismo. No, no es lo mismo oír que escuchar; ni tampoco ver que mirar ni que observar. Quieres que un personaje escuche algo importante aunque oiga ruidos de fondo. Puedes ver que te observan, y puedes observar que alguien mira. En nuestra lengua, los matices son muy pequeños pero significativos, y conocernos nos hace poderosos. Préstales atención también a los conectores y preposiciones; que no te jueguen malas pasadas. Puedes escribir bonito, pero no a costa de escribir bien.

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Diccionario de consulta

Gramática y ortografía

Las erratas y los errores, los errores y las erratas. A veces es difícil distinguir entre aquello que hemos aprendido mal, nuestros vicios personales, las manías y un simple traspiés con los dedos sobre el teclado. Aun así, tenemos que ser capaces de verlos todos. Comas criminales, comas de vocativo, palabras homófonas prefijos y sufijos, tildes en monosílabos, vocal tónica en sustantivos femeninos y un largo etcétera. Uno de los puntos débiles de muchos autores que optan por autocorregir su libro y autopublicar es que no revisan la gramática ni ortografía lo suficiente. Créeme: releer tu libro una vez no lo dejará corregido.

Revisa las correcciones del Word o Google Drive, pero no confíes ciegamente en aquello que te sugieren como cierto. Ante la duda, acude a plataformas de confianza como la RAE o la Fundéu. No creas que tienes la razón solo porque estés acostumbrado a hacer una cosa de cierta forma. Presta atención a la concordancia de género y número, las conjugaciones verbales y entiende la diferencia entre los signos de puntuación (mención especial para el punto y coma). Si no quieres que todo el peso de este trabajo recaiga en ti, un corrector siempre será la mejor opción.


Pese a que tú como autor de tu texto tienes mucho poder a la hora de corregir tu propio manuscrito para enviar manuscrito a editorial o para autopublicar una novela, siempre es mejor que te apoyes en un profesional. Para ello, te recomiendo que investigues, valores y optes por una persona que te transmita confianza. Alguien que consideres que cuenta con una buena educación que la convierte en competente y también experiencia que la dote de capacidad. ¿Estás buscando una ayuda más concreta y que se adentre más en apartados básicos de la corrección?


Si te ha resultado interesante este artículo y quieres leer artículos similares, te dejo a continuación una lista de lecturas recomendadas. O si crees que ves en mí las cualidades que buscas en una correctora o editora, puedes escribirme o revisar mis servicios y tarifas de corrección; esteré encantada de emprender este viaje contigo 🙂

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