Cuántas veces he escuchado «es que la corrección es muy cara» o «las tarifas de los correctores son muy altas». Si piensas que la corrección tiene un precio elevado es que no aprecias tu novela lo suficiente.
Asumo que muchas personas (autores) no saben realmente en qué consiste el trabajo de un corrector y, por ende, asumen que es sencillo y fácil. Y esto los lleva a pensar que corregir no es tan complicado y que pagar por una corrección es innecesario, quizás un lujo que no se quieren poder permitir. También los hay que consideran que si son capaces de escribir tienen la capacidad de corregir, de modo que ¿por qué pagar a otro por un trabajo que pueden hacer ellos mismos?
Obviamente, hay situaciones personales de todo tipo y hay algunas correcciones que sí son caras. Pero el proceso de corrección (y edición) es básico para cualquier manuscrito que quiera convertirse en libro y debería asumirse su necesidad. Por ello, hoy vengo a reivindicar una vez más la importancia de la corrección y de los servicios editoriales independientes.
Tarifas de corrección
En la industria editorial existen ciertos estándares a la hora de establecer las tarifas, como en todas. Aquí, una corrección no se paga por horas como tal, sino por matrices. Lo habitual es que una corrección ortotipográfica ronde los 0,6€ por cada 1000 matrices. Es decir, este es el mínimo que se cobra por la corrección ortotipográfica de una novela.
Mi recomendación es que si ves que un corrector cobra (muy) por debajo de esta cifra no te fíes demasiado. Ahora bien, si tomamos este mínimo de referencia, tenemos que comprender que las tarifas de cada profesional varían conforme a sus propias necesidades económicas, su perfil, sus capacidades y otros aspectos clave.

El trabajo de un corrector
¿Qué tiene un corrector en cuenta, por lo tanto, para calcular las tarifas de su servicio? Pues bien, de nuevo, esto es personal y cada individuo será el responsable de adecuar lo que quiere cobrar a lo que piensa que debe cobrar. Los factores que pueden y deben tenerse en cuenta son muy variados:
- Las horas de formación, el tipo de formación (certificada o no) y la calidad de esta. También el gasto asociado a esta formación.
- La experiencia previa en el sector y el valor que se le atribuye a esta.
- El caché.
- El tiempo de lectura y de relectura de la obra.
- La intuición, instinto, capacidades, habilidades y conocimiento del propio profesional.
- El tiempo que se emplea en la puesta en contacto con el autor, como la elaboración de los emails antes, durante y después de la contratación del servicio.
- Las gestiones administrativas asociadas al desempeño de la profesión.
- El trabajo de corrección en sí mismo: cambiar el texto, releer el texto, recorregir, rerevisar, ajustar, unificar.
- El tiempo de consulta e investigación invertido en cada manuscrito, conforme a sus necesidades.
- El material de consulta del propio corrector, así como la inversión económica en programas o software con los que trabaje.
- El tiempo de toma de decisiones para pensar en sugerencias que proponerle al escritor y las vueltas que se le da al texto para encontrar las sugerencias con las que adecuar, mejorar o enriquecerlo.
- El tiempo que se emplea al dejar comentarios con sugerencias, propuestas, explicaciones, etcétera; y el tiempo que toma leer y contestar a las respuestas del autor.
- El tiempo que lleva revisar las correcciones del autor y esa segunda o tercera corrección.
- Los gastos asociados a su profesión, como el mantenimiento de su lugar de trabajo, la cuota de autónomo y otros impuestos relacionados.
Contratar una corrección barata
Lo barato sale caro; esto es así. Lo peor que puedes hacer para tu manuscrito es no contratar una corrección. Lo peor que puedes hacer para ti, como autor, es contratar una corrección barata. Esta no solo no cumplirá con los mínimos, muy seguramente, sino que además te resultará en una pérdida de dinero y en un gasto doble; pues te obligará a contratar una segunda corrección. He visto tanto esto en autores como en editoriales.
No pienses que una corrección por 60€ o 100€ servirá para pulir debidamente tu obra. Las correcciones no son caras, repito, pero las correcciones valen su trabajo. Invertir en ellas te asegurará la felicidad del lector; ofrecerás una obra de calidad, legible, adecuada, estandarizada, atractiva comercialmente. Un corrector que cobre lo mínimo o bien no estará lo suficientemente capacitado para la labor o no le podrá el empeño debido a la corrección, por lo que, en muchos casos, su corrección no será válida.
Si no puedes permitirte una corrección, dale aire a tu manuscrito y ahorra. También puedes buscar un buen corrector más asequible, pero que esté cualificado. Si el corrector que te gusta está fuera de tu rango de precios puedes incluso escribirle para preguntarle si podría hacerte un descuento o rebaja. Pero no te lances a los correctores baratos si de verdad aprecias tu obra.
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