La corrección ortotipográfica, el primero de los servicios editoriales, es una de las etapas de la corrección de textos más habituales y necesarios por las que pasa cualquier manuscrito. Antes de publicar, es imprescindible eliminar erratas y modificar errores de gramática y puntuación para que la redacción del texto no solo se adecúe a las normas de la lengua, sino para que facilitar una lectura agradable.

Dentro del proceso de corrección ortotipográfica podemos encontrarnos con varias fases de actuación. Así, se lleva a cabo una revisión de la ortografía, otra de la gramática y otra que atiende al uso de los recursos tipográficos. En definitiva, dentro de esta corrección también encontramos un proceso de normalización conocido con el nombre de unificación.

¿Qué es el proceso de unificación?

La normalización ortotipográfica, generalmente, atiende a las particularidades establecidas en los libros de estilo de una editorial. Esto es, normas que la propia editorial crea a la hora de corregir su texto. Por ejemplo: el uso que se le da a la cursiva, qué signos se emplean y con qué fin, las grafías de preferencia en palabras que admiten variaciones, la cantidad de sangría de primera línea de sus textos, etcétera. El criterio, por lo tanto, aquí viene de la editorial.

Unificación en corrección independiente

¿Qué sucede entonces cuando un autor trabaja con un corrector por cuenta propia? Pues bien, en esta situación será el autor el que decida estos criterios, con ayuda o no del corrector. En ciertos casos, un autor puede basarse en los usos ortográficos y diacríticos más habituales y utilizarlos como base para las unificaciones de su novela. Es decir, si la RAE dicta que «rio» no se tilda, el autor deberá atenerse a esta normal. Pero si la RAE dice que «guion» puede o no acentuarse, el autor elegirá si en su texto quiere que esta palabra se escriba con o sin tilde.

Ahora bien, esta elección es lo que conforma este proceso de unificación. De tal manera, la unificación en la corrección busca crear una unidad en todo el texto sobre los usos diacríticos y ortográficos. Lo que se pretende es evitar que en la página veinte del libro «guion» aparezca tildado y en la cuarenta sin tilde, pues esto generaría confusión y transmitiría la sensación de que el texto está poco trabajado, no presenta coherencia o no se ha revisado.

Otra manera muy sencilla de comprender su importancia puede ser en el uso de las cursivas, las cuales se pueden emplear con muchos fines. Si en nuestra novela usamos las cursivas para marcar una palabra extranjera, como dicen las normas de la lengua, pero también queremos destacar los pensamientos de nuestros personajes o darles énfasis a ciertas palabras deberemos escoger si emplear la cursiva u otro recurso en su lugar. Las comillas suelen ser una alternativa. En estas situaciones, autor y corrector conformarán un brevísimo libro de estilo para la novela y determinarán los usos de estos elementos para que exista coherencia y cohesión en la ortografía.


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